Soy un amargón, parezco viejo verde, uno que cuando le hacen algo chiquito lo hace tremendamente GRANDE, (valga la redundancia), y es que estos últimos días me dediqué a enojarme, hasta casi cambio mi profesión... por la de ENOJADO.
Por momentos estoy casi convencido que los que están a mi alrededor deben cambiar, pero cuando veo a Jesús, soy yo quien debo cambiar.
Pero quedarse quieto cuando las cosas no salen como quieres es recontra imposible, y reviento y reviento y me reviento las úlceras de la ira y luego no me siento bien. Mi corazonsito se siente "tiste" (no como el de los emos ehh) y debo ir a decir: "lo siento, me equivoqué", lo cual es la parte más dolorosa, porque tienes que darle la razón a ese otro u otra que hizo algo que me "ofendiera".
Por eso he preferido ya no enojarme demasiado, porque luego me cuesta caro estar pidiendo perdón. Así que mejor paso "por alto la ofensa" y sigo enseñando a los demás con paciencia y amor para juntos ser mejores ante los ojos del Creador.
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Anonymous Confessions of a Lunatic Friend
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